La odisea de la erradicación de la peste bovina

Bernard Vallat

Director General de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE)

 

Los años 1924 y 2011 son emblemáticos para la OIE, ya que están asociados al combate mundial contra la peste bovina, una de las enfermedades animales más temibles de la historia de la humanidad.

En 1924, tras una nueva incursión del virus de la peste bovina en Europa, por el puerto de Amberes, Bélgica, algunos veterinarios visionarios decidieron crear una organización mundial capaz de informar a sus Países Miembros en el caso de epizootias y de facilitarles la información científica pertinente para luchar contra las enfermedades animales con mejores armas.

Han transcurrido casi noventa años, los 28 países signatarios del Acuerdo Internacional de 25 de enero de 1924 sobre la creación de la Oficina Internacional de Epizootias (OIE) han pasado a ser 178, y la OIE se ha convertido en la Organización Mundial de Sanidad Animal, al tiempo que conserva su acrónimo histórico. Las primeras recomendaciones formuladas a favor de una coordinación de esfuerzos en la lucha a escala internacional contra la peste bovina y otras epizootias listadas en esta época (fiebre aftosa, carbunco bacteridiano, viruela ovina, rabia, muermo, durina, peste porcina clásica) sentaron las bases de lo que serían las políticas sanitarias mundiales preconizadas por la OIE.

Los primeros pasos de la OIE en la lucha contra la peste bovina, en particular en Asia, África y Medio Oriente, consistieron en establecer una cooperación científica con los institutos nacionales de investigación existentes a fin de determinar los métodos más eficaces para evitar la propagación de la enfermedad, poner a punto y normalizar vacunas seguras y eficaces, y obtener los consensos estratégicos sobre los fundamentos científicos para las acciones de control y prevención por parte de los Países Miembros.

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Desde la década de los sesenta, las campañas masivas de vacunación emprendidas por los Países Miembros concernidos, acompañadas de medidas de control clásicas, posibilitaron un importante retroceso de la enfermedad, pese a su devastadora reintroducción en el continente africano veinte años después, en la década de los ochenta. La respuesta internacional a la resurgencia de la enfermedad contó, una vez más, con el apoyo de la OIE, en particular gracias a la adopción y la publicación de «normas recomendadas para la vigilancia epidemiológica de la peste bovina». Se trataba de la denominada «Vía de la OIE» para la obtención del reconocimiento oficial de la situación de los Países Miembros libres de peste bovina, aprobada por voto de la Asamblea General de Delegados nacionales de los Países Miembros, y que contemplaba las tres etapas que cada país infectado debía seguir para obtener este reconocimiento por la OIE.

Paralelamente, las Naciones Unidas asumieron decididamente su compromiso mediante el Programa Mundial de Erradicación de la Peste Bovina (PMEPB) coordinado por la FAO, a partir de los años noventa, en colaboración con la OIE y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y con el apoyo masivo a los países afectados de proveedores de fondos tales como la Unión Europea, a fin de acelerar la declaración oficial por la FAO y la OIE de la erradicación mundial de la enfermedad, prevista a más tardar en 2011.

Hoy día, 198 países han sido reconocidos libres de peste bovina por la OIE con el apoyo permanente de la FAO, lo que representa la totalidad de países en el mundo con poblaciones animales sensibles a la infección. Este trabajo ha sido realizado con diligencia por los expertos y los agentes de la OIE encargados de proponer el reconocimiento y que han verificado minuciosamente la ausencia de circulación del virus de la peste bovina en cada uno de estos países. Se trata de un gran éxito, no solo en el ámbito científico sino también en el ámbito de la coordinación y cooperación entre las organizaciones internacionales y con el conjunto de la comunidad mundial. Pero sobre todo, es un éxito para los Servicios Veterinarios y el conjunto de la profesión veterinaria, en particular porque en muchos países pobres infectados la falta de recursos de los Servicios Veterinarios constituía un freno importante al establecimiento de estrategias eficaces de lucha.

En numerosos países que han conocido aún recientemente la epidemia de la peste bovina, el desarrollo económico podía a menudo  estar ligado al rendimiento de su ganadería en términos de producción, de salud de los animales y de calidad y seguridad sanitaria de los productos de origen animal; estos resultados dependen directamente de sus Servicios Veterinarios nacionales.

El éxito progresivo de las campañas de lucha contra la peste bovina ha contribuido con el paso de los años a convencer a los decidores nacionales e internacionales de la necesidad de fortalecer los Servicios Veterinarios para que su acción sea eficaz en la lucha no solo contra la epidemia de la peste bovina sino también contra cualquier otra enfermedad animal. La OIE se ha comprometido de este modo para que los Servicios Veterinarios sean reconocidos como un Bien público internacional y para que su puesta en conformidad con las normas internacionales constituya una prioridad de la inversión pública. En este año 2011, la proclamación oficial por la FAO y la OIE de la erradicación planetaria de la peste bovina permite celebrar esta victoria, que coincide además con el 250 aniversario de la creación oficial de la profesión veterinaria. Es la primera vez que una enfermedad animal es erradicada en el mundo, al igual que la viruela en el hombre es la única enfermedad erradicada a la fecha por el mundo médico.

Queda un último reto por superar, el de la etapa que seguirá a la erradicación. Aunque el virus de la peste bovina ya no circule entre los seres vivos, se conserva aún en ciertos laboratorios principalmente para la fabricación de vacunas en el caso en que la enfermedad reaparezca algún día por accidente o debido a un acto de bioterrorismo. La coordinación y la cooperación internacionales serán una vez más cruciales para poder determinar las condiciones aceptables de posesión y de uso del virus conservado en esos laboratorios. La OIE, en colaboración con la FAO, se compromete desde ahora a definir una gestión fiable y transparente de este proceso con sus Países Miembros.

Por otra parte, la OIE trabaja desde ya en la preparación de las estrategias que permitirán avanzar en el control mundial, en el futuro, de otras temibles enfermedades como la fiebre aftosa, la rabia y la peste de los pequeños rumiantes.

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