#sábadocanalla: Somos la leche… de pesimistas

El sector ganadero tiene cosas que, en ocasiones, no nos gustan nada. Así, sin paños calientes. Para que nadie nos acuse de medias tintas. Es cierto que en muchas ocasiones el productor se ve acorralado por los precios que le pone la industria que compra su producción. No se puede negar que se trata de una actividad continua, que sobre todo en el caso de las especies lácteas implica una dedicación diaria sin ningún tipo de reconocimiento social. También es verdad que hay veces en las que el ganadero tiene que sortear una multitud de inconvenientes en forma de burocracia excesiva o de legislación comunitaria que se escribe en el boletín oficial de turno a espaldas de lo que ocurre en realidad en el sector agrícola y ganadero.

Todo esto es innegable… y más de uno dirá que es más que suficiente. Que así no se puede llevar con dignidad la actividad ganadera. No podemos olvidar que la multitud de abandonos de la producción que se realizan semana a semana vienen motivadas por alguna de estas cuestiones y por la falta de relevo generacional en las granjas.

Sin embargo, también es justo decir que el sector ganadero peca en la mayoría de las ocasiones por ser demasiado pesimistas. Es cierto que las piedras en el camino ponen bastantes dificultades, pero en la idiosincrasia de la ganadería está el hecho de no resaltar los aspectos positivos y centrarse en los lamentos de las cosas negativas. Realmente hay mucho que mejorar para que el ganadero pueda tener una calidad de vida digna. Nos pueden ayudar los de fuera, pero nosotros tenemos que dar un impulso apoyándonos en nuestras mayores fortalezas. Que también las tenemos. Sólo hace falta buscarlas un poco.

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