El turismo rural, tan de actualidad en estos días de Semana Santa, tuvo un ‘boom’ hace unos años cuando proliferaron hoteles, casas, posadas, albergues, chozas… De repente, los habitantes de la ciudad se dieron cuenta de que los núcleos rurales, que se habían abandonado y dejado de la mano de Dios en muchas ocasiones, tenían un encanto de tranquilidad, sosiego y contacto con la naturaleza. Por su parte, las distintas administraciones municipales, provinciales y autonómicas se lanzaron a una vorágine de ayudas y subvenciones para que se pusieran en pie todos estos establecimientos. Esperemos, desde esta ventana sabatina en la que siempre pretendemos poner el punto canalla justo a la actualidad del vacuno, que ese ‘boom’ no se haya convertido en burbuja.

Los datos son buenos. Todo hay que decirlo. A principios de esta semana salía en la prensa generalista que aproximadamente el 78% de las casas rurales de alquiler completo se habían reservado para estos días, aunque luego habrá que ver los datos definitivos. Hay un aspecto que hace mucho daño, como son las previsiones meteorológicas, sobre todo en determinadas comunidades autónomas en las que la lluvia suele ser protagonista. Todos tenemos a un clic el tiempo que va a hacer en cualquier municipio de España, pero a veces nos falta información cuando vemos un 60% de probabilidad de lluvia. No significa que vaya a estar lloviendo el 60% del tiempo. Significa que hay un 60% de probabilidad de que llueva… y tampoco nos dice ese dato en qué cantidad. Al final, se anulan reservas y viajes, mientras caen unas pocas gotas en una semana entera de vacaciones…

Nos preocupa el turismo rural porque consideramos que puede ser una fuente más de ingresos para el vacuno. Y un escaparate de todo lo que hacemos.