#sábadocanalla: Los alimentos que saben a alimentos

Tanta exposición a programas televisivos de cocina lleva al espectador a plantearse cuestiones elementales. Desde el tamaño, la forma y los colores del menaje, que llegan ya a niveles que podemos denominar como psicodélicos, pasando por los nombres extraños y extranjerizados que ahora se dan a lo que antes se conocía como guisos, salsas o sopas… finalizando en plantearse seriamente cómo puede ser un solomillo eso que está plantado en mitad del plato, con forma de cubo y con esferificaciones alrededor. Esas dudas son legítimas, porque no todo el mundo quiere o puede entender la alta cocina.

Que quede claro que los canallas de VACUNO DE ÉLITE no le tenemos alergia a la evolución en todos los aspectos de la vida. Hay que innovar, ser diferentes, atreverse con caminos que no hayan sido recorridos todavía… Pero a veces echamos de menos la autenticidad. Esa de nuestra infancia comiendo a cucharadas la nata que salía de la leche hervida, minutos después de haber salido de la teta de la vaca, o el guiso de carne de vacuno realizado a fuego lento durante interminables horas en cocinas de carbón… Ahora, en esta sociedad de la post-modernidad, todo ya está envasado y cortado, con poco olor y poco sabor. Apto para estómagos de todo tipo.

Nos gusta la innovación, pero no queremos olvidar nuestras raíces. Por eso, la gran exposición a programas de televisión a la que aludíamos al principio, también nos ofrece reconciliarnos con la cocina, con los alimentos que saben a alimentos y con nosotros mismos. Poco después del solomillo cuadriculado y desconocido, se ve en la pequeña pantalla a un paisano asando un chuletón con el único apoyo de una teja para que no se caiga la carne directamente al fuego. Como antes, como siempre.

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