En los últimos tiempos han proliferado las informaciones oficiales de diferentes administraciones públicas, sobre todo las autonómicas, que comienzan a presumir de los datos de la campaña de saneamiento ganadero. Ya sabemos que los productores saben de sobra en qué consiste el saneamiento. Sin embargo, si alguien ha caído de repente en esta página en un sábado de ocio y se pregunta qué es lo de la campaña de saneamiento, se resume en la necesidad marcada desde hace décadas por el Ministerio de Agricultura, y financiada por la administración, para controlar y erradicar determinadas enfermedades animales que son zoonóticas, es decir, que pueden transmitirse del ganado al ser humano. En definitiva, se tratan no para mejorar la salud de los animales ni la rentabilidad de las explotaciones, sino porque son potencialmente peligrosas para la salud humana. En ganado vacuno, se trata fundamentalmente de la brucelosis y la temida tuberculosis.

Pues bien, después de décadas de trabajo constante, de gastarse cantidades ingentes del erario público, de pasar años y años en los que parecía que no se progresaba y, sobre todo, de que multitud de vacas hayan tenido que ser sacrificadas en base a una lucha que no se sabía si avanzaba. En los casos más graves, incluso de falsos positivos de animales que en realidad no tenían la enfermedad.

Después de todo ese camino recorrido, de décadas de sufrimiento para muchos ganaderos que veían cómo las autoridades decidían que se hacía un vaciado sanitario en su explotación, ahora se empiezan a erradicar la brucelosis y la tuberculosis en determinadas zonas. Y es ahora cuando las comunidades autónomas empiezan a presumir de lo que se ha conseguido. Ha pasado mucho, se ha sufrido mucho… tampoco es para presumir.