#sábadocanalla: La trampa del precio más bajo

A veces, al vacuno de carne le resulta muy complicado competir allá donde realmente se juegan las habichuelas, que es en la carnicería o en el lineal del supermercado. Las producciones derivadas del vacuno suelen tener unos precios más altos que otros productos como el cerdo o el pollo. Producir un kilo de carne de vacuno es más caro, y por lo tanto se vende a un precio más alto, que si se hace de porcino. Eso es así. Si no cambian mucho las circunstancias legislativas, los propios ritmos biológicos de los animales o los sistemas de producción, poco se podrá hacer en este sentido.

Sin embargo, como no nos cansamos de advertir desde esta sección del fin de semana de VACUNO DE ÉLITE, el sector tiene que hacer una clara función de pedagogía en este sentido. Porque a veces, las cosas no son tan caras como parecen. Pongamos un ejemplo, que seguro que se entiende mejor.

Visita a un supermercado de una zona del interior peninsular. En las muy habituales bandejas de carne, el posible consumidor se encuentra con lomo de cerdo de una conocida marca, aderezado con varias especias y con una presentación cuidada. Son poco más de 200 gramos de producto a 2 euros. No parece caro. Justo al lado, en la sección de carnicería clásica, se venden filetes de ternera de primera, incluso amparado por figura de calidad, a 10,95 euros por kilogramo. Si el consumidor hace un cálculo rápido, resulta que el lomo de cerdo le sale prácticamente a 10 euros el kilo. La diferencia no es tanta. Y para más inri, estamos hablando de un producto que ha tenido un cierto procesado a otro que puede presumir de ser más natural. ¿En realidad es mucho más cara esa carne de vacuno? Lo cierto es que no. ¿Pero eso lo sabe el consumidor? Lo triste es que tampoco lo sabe. Hagamos que se entere.

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