#sábadocanalla: La España que no coge vacaciones

Anda la España oficinista revuelta por esos pequeños dramas del primer mundo que, mirados con un pelín de perspectiva, resultan en muchas ocasiones absolutamente ridículos. Uno de ellos es la temperatura del aire acondicionado en lugares en los que varias personas comparten puesto de trabajo, con los habituales resfriados urbanitas del verano y las luchas por los mandos de los equipos de refrigeración. Todo un drama. El otro es realizar el cuadrante de vacaciones con los compañeros de sección. Cógete tú la última de julio que ya me cojo yo la primera de agosto. Otro horror.

Esos dramas modernos del siglo XXI no se viven cuando uno se desplaza unos pocos kilómetros fuera de la ciudad. En los núcleos rurales, especialmente en el sector ganadero, no suele haber problemas con el aire acondicionado, ya que el mejor remedio es tener unas buenas instalaciones y una correcta ventilación para que los animales, y las personas, pasen el verano y esta ola de calor que nunca acaba de la mejor forma posible. Y lo de las vacaciones ya es otro cantar. En las explotaciones lácteas con la estructura laboral menos desarrollada, es decir, en la que el propietario es el único trabajador de la granja, lo de cogerse una quincena de vacaciones para ir a la playa puede sonar a broma de mal gusto, cuando es difícil encontrar sustituto para asistir a una boda en el pueblo de al lado.

Ahora que estamos instalados en pleno solsticio de verano y que comienzan las procesiones de coches saliendo de las grandes ciudades hacia la costa, los canallas de VACUNO DE ÉLITE queremos rendir nuestro pequeño homenaje a esa España que no coge vacaciones y que está al pie del cañón todos los días del verano. Entre ellos, nuestros ganaderos.

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