#sábadocanalla: El verano más raro de nuestras vidas

Es el primer sábado del mes de julio. Quizás no desde el punto de vista astronómico, pero desde el punto de vista oficial sí podemos asegurar que ya ha comenzado el verano. Un verano que, sin duda, es el más raro de nuestras vidas. Distancias en la playa, mascarillas, aforos limitados en bares, restaurantes y discotecas… Y además con el temor de los posibles rebrotes que no hagan retroceder varias casillas en la lucha contra el coronavirus.

El verano y las altas temperaturas suelen ser un mal aliado del consumo de leche y productos lácteos, muchas veces ligado al calendario escolar. Sin embargo, muchas veces se nos olvida que, cuando llega el verano y las temperaturas aprietan, el cuerpo deja de necesitar más energía para regular su temperatura y las ganas de comer algo sólido disminuyen, por eso muchos recurren a los líquidos para refrescarse y nutrirse.

Factores como la temperatura ambiental, días más largos, más tiempo de ocio y desordenes en la dieta afectan a nuestro apetito. En ese contexto, cuando la demanda de alimentos disminuye, la leche y los productos lácteos pueden convertirse en nuestros aliados ayudándonos a cubrir las necesidades nutricionales y de hidratación que exige una época tan exigente como la estival, según recuerda la Organización Interprofesional Láctea (Inlac).

En verano, la leche, compuesta en un 90% por agua, está entre una de las mejores fuentes de hidratación y facilita la absorción de agua y electrolitos de forma constante en el tiempo. La leche desnatada y la leche entera ocupan la segunda y tercera posición de bebidas con mejor índice de hidratación (BHI).

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