Inlac lanza una campaña para el consumo por niños de tres lácteos al día

El consumo de leche, yogures y productos lácteos es imprescindible para lograr una dieta equilibrada y saludable, más aún durante la infancia, y su ingesta será clave para el crecimiento y la prevención de futuras enfermedades durante la edad adulta. Se trata del aporte de calcio que mejor absorbe el organismo, al que no deben renunciar los más jóvenes.

Los lácteos se sitúan en la base de la pirámide nutricional y, en el marco de una dieta variada, contribuyen a tener hábitos de consumo saludable. Los expertos recuerdan que durante la infancia tiene lugar el crecimiento y desarrollo del individuo y los lácteos ayudan a proporcionar nutrientes necesarios en este período. Pasados los primeros años, se recomiendan dos o tres reacciones diarias de lácteos, que aumentarán a 3-4 durante la adolescencia.

A través del ‘Programa de promoción de la leche y los productos lácteos en el marco de unas prácticas dietéticas adecuadas’, la Organización Interprofesional Láctea (Inlac) y la Comisión Europea dan una respuesta conjunta a la necesidad de fomentar la presencia de la leche y los productos lácteos, además de fomentar la actividad física como estrategia frente a los problemas de salud relacionados con la alimentación, el sobrepeso y la obesidad.

La doctora en Químicas, especialista en tecnología de los alimentos y profesora de investigación ‘ad honorem’ del CSIC, Manuela Juárez, remarca que los lácteos “son alimentos completos que tienen nutrientes muy interesantes, como proteínas con alto valor biológico”, a lo que debe añadirse el calcio, que no sólo es importante en cantidad sino también muy “biodisponible”, es decir, son mejor absorbidos que otros.

En este sentido, niños y adolescentes deberían consumir al menos tres reacciones de lácteos –especifica la doctora- para conseguir que ese nivel sea lo más alto posible.

La investigadora apunta que, aunque existen factores genéticos que inciden en esta cantidad de calcio, la ingesta de lácteos hace que este nivel aumente y de ahí la necesidad de que los niños recurran a estos productos, mantengan el hábito de consumo hasta el final de la adolescencia y continúen tomándolos durante toda la vida para prevenir problemas en los huesos.

Los beneficios para la salud son evidentes. Los lácteos son una fuente de minerales. No sólo contienen calcio, que es necesario para el crecimiento y desarrollo normal de huesos y dientes, sino que aportan potasio, zinc y fósforo, así como yodo, característica de los quesos.

Por otra parte, conviene recordar que los productos lácteos contienen proteínas –necesarias para la formación y reparación de las estructuras corporales, contribuyendo a aumentar y conservar la masa muscular- con todos los aminoácidos esenciales.

El hidrato de carbono predominante en los lácteos es la lactosa, que proporciona hasta el 25% de la energía total que necesita, sin olvidar que la leche es fuente de riboflavina, vitamina B12, y también aporta a la dieta otras vitaminas como la vitamina A, C y niacina. Y si están enriquecidos con vitamina D contribuyen al mantenimiento de los huesos y los dientes en condiciones normales, algo especialmente relevante para niños y jóvenes.

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