Medio centenar de ganaderos y la directiva del Sindicato Labrego Galego mantuvieron un encuentro con la presidenta de la Interprofesional Láctea, Charo Arredondo, y el experto del Centro de Investigacións Agrarias de Mabegondo (CIAM), Juan Castro. Este investigador abordó la normativa que obliga a las explotaciones agrarias a enterrar sus purines para reducir la emisión de amoniaco a la atmósfera. Castro apuntó que Castilla y León y Cataluña son las principales comunidades emisoras de amoníaco, y que este procede de las granjas porcinas. Este sector emite el 44% del total de emisiones de amoniaco, mientras que el vacuno de leche solo supone el 9,9%. Y dentro del ganado vacuno, las estadísticas no distinguen el impacto que causan las granjas intensivas y las de pastoreo.

Castro apunta que el sector agrario ya tiene buenas prácticas desde hace tiempo para evitar el impacto ambiental de los abonos, como esparcirlos cuando hay rocío o pasar maquinaria con discos por encima. El propio CIAM adquirió los inyectores para probarlos, “y en los tests realizados quedó demostrada su ineficacia”, apuntó Castro.